Hemos ideado un proyecto: enterrar las botellas de vino en el picón del Volcán de Bandama, en el corazón del Monte Lentiscal, en el interior de Viña La Vica y comparar, 10 meses después, la calidad del vino dormido durante ese tiempo entre el picón del volcán, con botellas de exactamente iguales conservadas en bodega.
El 10 de abril de 2020, se enterró a una profundidad de 1,50 metros. Así se logra un gran equilibrio en la conservación de los vinos, dado que las variaciones de temperatura, humedad y de presión atmosférica son tan lentas y constantes, que afectan positivamente al vino.
Se enterró el mejor vino, variedad tintilla, con una crianza en roble francés de 10 meses, cosecha 2017.
Lo mejor de todo es que existen botellas del mismo vino sin enterrar, de mood que el 10 de febrero de 2021, diez meses después, podremos hacer la comparativa y la evolución del vino.